El crudo relato de la inseguridad en Oliva: entraron a su casa y les robaron todo, ahora piden justicia y celeridad policial. En una jornada que quedará grabada en la memoria de la familia Pereyra, el miedo y la impotencia han reemplazado la paz en su hogar en Oliva. Un robo violento, perpetrado mientras se encontraban en un servicio religioso, ha dejado profundas heridas emocionales y un sentimiento de desprotección que los ha llevado a alzar la voz ante la prensa. Cabe resaltar que el hecho nunca fue reportado de manera oficial a los medios locales, por parte de la Departamental Tercero Arriba. Uno más de los casos que no se visibilizan en la ciudad.
El crudo relato de la inseguridad en Oliva: La crónica de una noche de terror
Los hechos se desarrollaron la noche del pasado sábado 24 de agosto, entre las 7:15 y 7:55 p.m. Los Pereyra, en su rutina habitual de asistir a la iglesia, regresaron a casa para encontrarse con una escena desoladora. Los ladrones habían irrumpido en su santuario personal, forzando una ventana para acceder al interior. El botín, que incluía televisores, garrafas de gas, ropa, zapatillas y joyas, no solo representa una pérdida material, sino que arrastra consigo el peso de los recuerdos y el valor sentimental. «No eran objetos de gran valor económico», manifestó la familia, «pero eran nuestros, con nuestra historia».
Un clamor por justicia y seguridad
El dolor de la familia se ha visto agravado por lo que describen como una inacción por parte de las fuerzas de seguridad. La falta de un peritaje minucioso, la ausencia de toma de huellas dactilares y la aparente desidia en la investigación han sembrado dudas y frustración. «La policía no actuó como debería haberlo hecho», sentenció uno de los integrantes. Los Pereyra, sintiéndose abandonados por quienes debían protegerlos, decidieron emprender su propia búsqueda de respuestas. Gracias a las cámaras de seguridad de su vivienda y la de sus vecinos, han logrado captar imágenes de un vehículo que, sospechan, está vinculado al delito. En las grabaciones se puede ver a los asaltantes, con los rostros cubiertos, moviéndose con una familiaridad que sugiere una planificación previa y una posible complicidad externa.

El crudo relato de la inseguridad en Oliva: Las secuelas invisibles
Más allá de lo material, el robo ha dejado una huella imborrable en el seno familiar. El miedo se ha instalado en las paredes de su hogar, y los niños, particularmente afectados, temen quedarse solos. La familia ha tomado medidas de seguridad adicionales, pero el trauma persiste. «Nos sentimos desprotegidos y esto nos ha dejado con un estrés postraumático», afirmó uno de los integrantes. La sensación de haber sido un blanco específico, a pesar de ser una familia trabajadora sin lujos ostentosos, los ha dejado con una incertidumbre que el tiempo, por sí solo, no podrá sanar. «Somos una familia trabajadora, no tenemos nada de valor», expresó la familia con frustración.
El caso de los Pereyra en Oliva no es solo una noticia de robo, sino un grito de auxilio, una súplica por justicia y una cruda muestra de cómo la delincuencia puede despojar a las personas de su tranquilidad, mucho más allá de los objetos robados.

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